miércoles, 23 de junio de 2010

EL ARTE DE EXCITAR A UNA MUJER

Por más experiencia sexual que tenga un hombre, siempre
hay algo que puede aprender sobre cómo excitar a una mujer,
ya que no todas reaccionan de la misma manera a los
estímulos y tampoco es posible despertar su deseo repitiendo
caricias que en ocasiones anteriores han sido placenteras. En
cada nuevo encuentro, él debe aprender a leer las señales que
emite el otro cuerpo.
La excitación no es sólo un proceso mecánico de
estimulación de las zonas erógenas, sino que para ellas tiene
mucha importancia la esfera emocional y el ambiente erótico
en que se da la relación sexual. Aunque hay puntos
recónditos especialmente sensibles a la sensualidad, que
envían al cerebro las señales que Indican el deseo, las zonas
erógenas primarias son las que estimulan la libido y están en
los genitales. Al estallar las chispas del erotismo todo el
cuerpo se vuelve receptivo.
La lengua y las yemas de los dedos detectan el ardor que
Invade las zonas de sensibilidad distinguiendo, como
verdaderos censores, las reacciones que provocan y dan
placer. Desde el clítoris el goce se extiende en olas concéntricas hasta el cerebro; si las caricias
se reparten por todos los puntos álgidos, van despertando la alta sensibilidad femenina. Así
sucede con el lóbulo de la oreja, el cuello, la nuca, el hueco de las axilas y los lados del cuerpo
próximos al nacimiento de los senos, al igual que el ombligo, Ya que todos ellos son
precisamente los centros que más rápido responden a la estimulación.
El suave contacto con el interior de los brazos y muslos, coxis, caderas y nalgas también
desata sensaciones y cosquilleos sumamente placenteros. El roce en la piel de la cara posterior
de las rodillas que desciende hacia las piernas y los pies
hacen que la mujer se estremezca y enerve por el deseo que
la invade.

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